martes, 18 de mayo de 2021

Mi Gatito Pichurri

 




Mi Gatito Pichurri
Nació junto a las murallas de la vieja mezquita, durante su primer año se buscaba la vida junto a la camada de sus hermanos por la zona de la cárcava y la churrería. Su nobleza y el hambre le llevó a cambiar de zona, solía pasear por el quiosco del pollo y por el Kebab donde los hermanos musulmanes le ponían de comer casi a diario, en estos días de invierno yo solía visitar la tienda de la Andalusí para recoger el pan y cuando cruzaba la calle el gato solía llamar la atención maullando seguramente porque tenía hambre, yo me acercaba y lo acariciaba, era dócil y no tenía miedo, se mezclaba con la gente muy solidario solicitando comida y atención. 

A la llegada del  verano el Gato entró en el edificio donde vivo con pasos tranquilos sin prisas buscando algo de comer, visitaba las puertas de los vecinos maullando solicitando comida, los vecinos lo echaban con intenciones de pegarle. Aquella mañana yo salía para hacer mis compras cuando al salir estaba en mi puerta con la mirada hacia arriba y con su voz de Miau, Miau, Miau, supe que tenía hambre y lo invite a que pasara a mi casa, mire en la nevera para ver que le podía ofrecer, abrí una lata de atún y unas lonchas de chopper de ternera, le puse un poco de agua y cuando acabó se echó en el sofá para dormir. A mi regreso todavía seguía durmiendo plácidamente a patas sueltas, me puse de rodillas y le observé detenidamente, le acaricie desde la cabeza hasta el rabo, su pelo suave acaricie una y otra vez, le dije aquí tienes una casa y comida, quedase si quieres todo el tiempo que quieras.
 
Pasaron los días y vi que quería quedarse, por lo que para llamarlo necesitaba un nombre, me acordé de un actor de cine José Luis López Vázquez que en una de sus películas cómicas a todas sus novias le llamaba "Pichurri”, y desde entonces llame a mi gato con este nombre. En los meses siguientes de aquel verano su vitalidad era formidable, solía tomar el sol de primera mañana en la azotea, cuando regresaba de realizar mis cosas y preparando la comida bajaba y rozando mis piernas esperaba su comida, le compre las cositas que necesitas para hacer sus cositas y su comida especial.



Después de comer suelo echarme en el sofá para descansar y él se acurrucaba junto a mi abrazándome con sus manitas y con su rrum, rrum nos quedamos dormidos. Durante la tarde suelo hacer mis oraciones y cuando pongo mi alfombra él se pone a mi lado y cuando termino el me abraza para que lo acaricie, desde aquel primer día cuando escucha la llamada de la oración se pone junto a mi hasta que terminamos.
 
 
 
En aquel Verano entro en celo, y todas las noches se marchaba por la ventana y no regresaba hasta bien avanzada la noche, durante unos días le observé que no comía bien y en su pipí escaso dejaba un poco de sangre, pregunte a unas amigas que también tenía gatos que le podía estar ocurriendo, sus consejos fue de llevarlo a la veterinaria de la corredera, pero yo con mis escasa paga, no podía pagar su servicio, mi amiga Carmen llamó a la veterinaria para que interviniera a mi gato que juntos  pagaríamos los gastos, en un cesto transporte mi gato Pichurri para que la doctora le viera, el diagnóstico fue que debido al celo tenía una irritación en su cosita que le impedía hacer su pipí normal, tras su operación de castración y unas pastillas, en unos días recobró su vitalidad normal y su atención al juego.




Pero su peor diagnóstico fue que padecía de Leucemia viral felina, posiblemente hereditario o contagio de otros gatos, no supe contener mis lágrimas. La doctora le puso un tratamiento y tras una transfusión se recuperó. Desde entonces  tiene toda mi atención y cariño para cuidarlo. Me entristece cuando le miro y mi corazón llora con las lágrimas del amor que siento por mi gatito Pichurri, echo de menos sus abrazos y sus juegos y me duele el corazón cuando le veo asumido en esta tristeza y dolor.
Han pasado dos años desde aquellos días, un gato con cuatro años ya es un gato adulto, y los juegos son menos, se pasa casi todo el tiempo durmiendo, como tiene toda la casa para él tiene varios sitios favoritos, a mí nunca me molesta, es educado, limpio, y cariñoso y no molesta a los vecinos. En estas semanas atrás una gata vecina de una casa abandonada junto a mi terraza de la azotea, tuvo su segunda camada, la gata suele sentarse en la ventana y llamar mi atención para que le de comida, la gata es muy dócil, pues ya la conocía desde su primera camada en sus visitas a la casa de mi amigo Husman en su patio. En esta segunda camada tuvo que emigrar con sus cachorros de la casa abandonada y se trajo a sus pequeños y a los de su primera camada a la azotea del edificio junto a mi terraza.

Aquella noche durante la noche los pequeños aullaban para que su mama les diera de comer, por la mañana me asome para ver que ocurría, los tres pequeños estaban acurrucados en una esquina, mientras que los dos mayores de la primera camada tomaban el sol a patas suelta en la terraza, así que cuando cobre mi paga les compre comida y con una caja de cartón le hice una casita para que no pasaran frío y les prepare un espacio para la comida, yo procuro no molestarlos pues no están acostumbrados a las personas y se asustan mucho, ya han pasado algunas semanas y se asustan menos, además ven que su mama esta con migo y la acarició. Antes de que llegue las aguas y el frió del invierno les preparare la casita con plásticos para evitar que la casita de cartón se moje, mientras estén confortable y no le falte la comida no molestaran a nadie y podrán llevar sus vidas adelante. Otra de las gatas de este corral vecino también ha parido por lo que ahora compró un saco mayor para alimentarlos a todos, espero que mi paga y lo que me dan del banco de alimentos de la comunidad Europea del ayuntamiento nos alcance para todos.
 

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